Flujo más intenso, filas extensas y mayor presencia de jóvenes caracterizaron la jornada de votación del domingo. Mientras especialistas advierten interrogantes respecto al comportamiento electoral en el regreso a la obligatoriedad, los resultados muestran un panorama de desventaja frente al aumento de votos no válidos.
Por Madison Alvarado y Lissette Milla.
Las elecciones presidenciales y parlamentarias del día de ayer fueron las primeras en realizarse bajo voto obligatorio desde el año 2010, transformando el flujo de participación respecto a la última presidencial con voto voluntario del 2021. La alta afluencia no reflejó una tendencia segura respecto a algún sector político específico, dado que los resultados entre el oficialismo y la oposición fueron igualados (con 26,63% de votos para Jeannette Jara y un 24,25% para José Antonio Kast) y los votos no válidos aumentaron a comparación de la pasada presidencial.
Según la cientista política Cecilia Osorio, el impacto de la obligatoriedad tuvo un efecto inmediato, principalmente marcado por mayor afluencia de jóvenes y los sectores de bajos recursos, que son quienes menos votan con el voto voluntario. También, advirtió una interrogante en el comportamiento de esos cinco o seis millones de electores que normalmente no votan:
Comparación con 2021: participación histórica y nuevos patrones
La elección presidencial de 2021, realizada bajo voto voluntario, marcó un récord histórico de participación desde el retorno a la democracia: 8.364.481 personas votaron en segunda vuelta, cerca del 55% del padrón (según datos del Servicio Electoral de Chile). En contraste, la presidencial 2025, ahora con voto obligatorio, registró 8.360.578 votos totales, es decir, solo 3.903 votos menos que en 2021, quedando prácticamente al mismo nivel de participación que la elección récord previa.
De ese total de 2025, 8.056.210 fueron votos válidamente emitidos, mientras que en 2021 la votación válida superó los 8,2 millones, mostrando una leve disminución en la emisión efectiva de preferencias. Además, en 2025 se contabilizaron 217.678 votos nulos y 86.690 votos en blanco, que en conjunto suman 304.368 sufragios no válidos, un volumen mayor que en 2021 y que refleja un incremento del voto de protesta o error bajo la obligatoriedad.
Para Osorio, estos números aportan claves relevantes para interpretar el nuevo escenario: “La abstención, los votos nulos y blancos permitirán discutir cuánto realmente incentiva la obligatoriedad y cuánto simplemente moviliza por temor a las multas”.
Mirada desde dentro de los locales
En el local de votación más grande de Peñalolén, el Centro Educacional Eduardo de la Barra L2, el impacto del voto obligatorio también se hizo evidente. Según Carolina Torres, Personal de Enlace del Servel (PESE), la afluencia fue considerablemente mayor que en procesos anteriores, tanto por el carácter presidencial de la jornada como por el temor a las multas. Esta mayor concurrencia exigió reforzar la atención a personas con movilidad reducida, un procedimiento que obliga a vocales y autoridades de mesa a trasladar urnas, padrón y votos hasta el lugar donde se encuentra el elector.
Estas acciones, provocaron demoras adicionales en medio de filas ya extensas. Torres indicó que cada solicitud de voto asistido requiere la movilización del equipo completo, lo que incrementa los tiempos de espera y genera molestias entre los votantes. Lo observado en este local refleja las exigencias logísticas que acompañan el retorno al voto obligatorio y deja pendiente la evaluación de medidas que permitan optimizar su implementación en futuros comicios.

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